El rey Estanislao Augusto: “Comidas inteligentes” del monarca polaco
Estanislao Augusto Poniatowski, subido al trono polaco en 1764, fue el último rey de Polonia. En sus primeros años de gobierno, Estanislao Augusto Poniatowski inició cambios en muchos sectores: tesorería, acuñación de monedas, fuerzas armadas, sistema estatal de condecoraciones y legislación. En 1791, bajo este monarca, en Polonia fue aprobada la Constitución, una de las primeras en el mundo.
Estanislao Augusto subió al trono en un momento bastante complicado de la historia polaca, cuando el país era sumido al caos, sobre todo, a causa de los conflictos internos de la nobleza local. El reinado de este monarca finalizó, por avatares del destino, con el reparto de Polonia. Él, personalmente, moriría al final en San Petersburgo, capital del imperio ruso de entonces.
Como señalaron muy acertadamente los autores del libro “Sobre la cocina vieja polaca” Maria Lemnis y Henrik Vitri, “el último rey polaco, un esteta y sibarita refinado, era también uno de los monarcas más instruidos, pero, a la vez, más impotente de su tiempo”.
El rey Estanislao Augusto patrocinaba la ciencia y el arte. El monarca, para conocer más de cerca a los científicos y los artistas, les invitaba a sus comidas que, tradicionalmente, se ofrecían todos los jueves. El número de invitados a estas comidas no superaba 10 o 12 personas, lo que les daba a estas reuniones un ambiente familiar. Estas tertulias se llamaban “científicas” o “sabias”.
Aparte de las “comidas reales de los jueves”, se ofrecían también otras “de los miércoles”, a las que convidaba a los arquitectos y a los pintores. El rey hablaba varios idiomas europeos, pero en estas comidas todo el mundo se comunicaba exclusivamente en polaco. Todos los invitados se acomodaban alrededor de una mesa redonda que iba a demostrar la igualdad de los presentes.
De costumbre, los invitados se sentaban a la mesa a las tres de la tarde, la comida se extendía a largo rato, muy a menudo hasta las seis de la tarde. Durante estos banquetes servían, por ejemplo, la sopa “borsch a la Stavropol”, salami, jamón y marinadas picantes para entremeses, carne frita y, obligatoriamente, cordero asado. Carne de cordero se ofrecía en estos festines en sus formas más variadas. Por ejemplo, asado de cordero relleno de jamón.
Para estos refrigerios también se cocinaban pescados y vegetales. Conforme a los platos, se ofrecían excelentes vinos, pero el rey aplacaba su sed sólo con agua.
Las “comidas de los jueves” ofrecidas por el rey polaco contribuían a que el ambiente de la Ilustración se extendiera al quehacer laico y cultural de Varsovia.
Entre tanto, la cocina urbana polaca también atravesó un renacimiento en la época del rey Estanislao. Entonces, entre los polacos se cultivó la moda de gastronomía, si bien la glotonería fuera públicamente criticada en los festines de los aristócratas.
Cabe destacar que el propio rey era un gastrónomo bastante caprichoso, pero, a la vez, moderado. Adoraba la cocina francesa a la cual se había acostumbrado mientras vivía en Francia. El cocinero real Pavel Tremo, llamado “primer kuchmeister de Europa”, combinaba diestramente las ventajas de la gastronomía francesa con las mejores tradiciones de la cocina de Polonia Vieja. La moderación en vinos del rey, quien prefería agua del manantial, servía de ejemplo a muchos polacos. Dicen que una de las pocas campañas en las que hubiera tenido suerte, era la lucha por la abstención.
La voz de Rusia, 22.07.2011
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