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El actor camina entre el espíritu y el vacío
La tarde del lunes pasado, el dramaturgo y teórico del teatro polaco Krystian Lupa ofreció una conferencia en el auditorio Boris Vian de la Alianza Francesa de Quito. Durante su intervención, frente a cerca de 50 personas, analizó dos grandes escuelas del teatro polaco que han incidido en el pensamiento y la creación teatral del Occidente.
A través de una voluntariosa exposición (en muchos pasajes el maestro se levantó para ilustrar sus ideas con su propia actuación) el polaco hurgó en los fundamentos filosóficos de las escuelas de Jerzy Grotowski y Tadeuz Kantor.
Según Lupa, la idea de Grotowski de convertir al actor en una suerte de médium (un chamán que se acerque a las regiones más inexploradas y riesgosas del ser humano) proviene de una identificación con la metafísica implícita en el teatro de Antonin Artaud, tanto en el teatro de la crueldad como en el teatro del absurdo. “Artaud es el creador de un actor loco, de un hombre que atraviesa los límites de la convención para que el resto de seres humanos sepa dónde está”.
Por otro lado, la concepción escénica de Kantor, sigue el experto, abreva del trabajo conceptual y creativo de Vsevolod Meyerhold, para quien la escena debía ser un espacio neutro de la expresión, una suerte de vacío donde los actores debían sobrevivir con el mínimo de alimento expresivo. Nada debía perturbar el tránsito de la idea a la palabra, se trataba de imitar de la mejor manera posible a una marioneta, despojarse de todo lastre y ser un títere de la voluntad de director.
Corría el rumor de que Kantor mandaba a encerrar en una jaula a sus actores cuando se extralimitaban en la expresión. Por eso, cuando el actor percibía que lo iban a enjaular, se desataba con todo lo que quería expresar. Era una manera de lograr cosas con un método negativo. Los actores empezaban a expresarse a ellos mismos subrepticiamente”.
El Comercio, Ecuador
01.11.2007
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