El regreso del último bovino salvaje
La última vez que un bisonte campó a sus anchas por el norte de España fue allá por el siglo XII, según está registrado, cuando se tiene constancia de que fue cazado el último ejemplar en Navarra.
Se imagina caminar por un espléndido prau del paisaje asturiano y encontrarse con un animal extinto en España desde el siglo XII? Podría parecer una ilusión, pero algunos se lo han tomado más que en serio. Se trata del bisonte europeo, una especie en peligro de extinción, inexistente en el país aunque antaño habitó en la Cornisa Cantábrica y del que, en la actualidad, solo existen algunos ejemplares en cautividad en diversos parques zoológicos y algunas reservas del Cáucaso o Polonia. Pues bien: la Cooperativa de Agricultores, Consumidores y Usuarios del concejo de Gijón, que está en plena conmemoración de sus cien años de vida, ha decidido lanzarse y hacerlo realidad. Según explicó ayer su presidente, Joaquín Vázquez, "es un proyecto innovador que en este momento está en análisis de su rentabilidad", pero que de culminarse haría que no fuera extraño encontrarse un ejemplar en cualquier punto de la geografía asturiana.
Rentable o no, esta iniciativa aúna varios aspectos, según sus promotores: el interés medioambiental, el económico y el turístico. A nadie se le escapa, y así quisieron hacérselo ver los responsables de la Cooperativa al delegado del Gobierno, Antonio Trevín, que la recuperación del único bovino salvaje y el mayor mamífero indígena del continente supondría un punto a favor que alentaría la expectación y llenaría de visitantes la región.
La Cooperativa de Agricultores cuenta con un equipo de siete veterinarios, con experiencia en la implantación de embriones. El sistema se haría mediante fecundación in vitro y sus promotores no dudan de que la adaptación del bisonte al clima asturiano no acarrearía problemas, porque "son especies típicas de bosques caducifolios", que gustan de espacios cerrados, como bosques, por lo que incluso se atreverían a "ponerlos en el medio rural". Todo ello, claro está, si las cifras salen.
Aunque para muchos es un desconocido, lo cierto es que el bisonte es toda una institución en Polonia, donde se considera prácticamente un símbolo de la nación. Es más: su caza fue considerada desde el siglo XVI un privilegio de la realeza, dada su escasez. Los machos son más robustos que sus ´colegas´ americanos y alcanzan los dos metros de altura y tres de longitud, aunque también son menos pesados: el europeo ´solo´ alcanza la tonelada.
La última vez que un bisonte campó a sus anchas por el norte de España fue allá por el siglo XII, según está registrado, cuando se tiene constancia de que fue cazado un ejemplar en Navarra. Para llevar a cabo este ambicioso proyecto, la Cooperativa ha pedido la colaboración de los gobiernos central y autonómico. Y el interés por recuperarlo es mundial, según defienden desde la entidad. Sin embargo, no es la primera vez que se lleva a cabo un proyecto para salvaguardar la existencia de este animal.
Ya por 1923, se fundó en Polonia la Compañía Internacional de Defensa del Bisonte. Y seis años después se trató de devolverlo a su estado natural con el traslado de un macho y dos hembras, procedentes de Suecia, al bosque de Bialowieza. Del bison bonasus quedaban en 1936 en toda Europa tan solo 96 ejemplares. Y según algunas fuentes, hoy podrían rondar los 3000. Símbolo de fuerza y potencia, puede que, dentro de poco, la ciencia logre que dejen atrás el peligro.
La Voz de Asturias
14.03.2007
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