Sofía Casanova, cronista de una era convulsa
"Al fanatismo jerárquico del Imperio sustituye el otro, el de la ergástula en rebeldía. ¿Qué pueblo podrá ser feliz gobernado por el terrorismo de abajo? Aquella hoguera llameando sobre la nieve a la entrada del Instituto Smolny me parece un símbolo del porvenir: ¡incendio en las estepas invernales!". La reflexión de Sofía Casanova, enviada especial de ABC en San Petersburgo durante la Revolución de Octubre, es una muestra del carácter visionario de esta periodista, poetisa y novelista, una gallega emprendora que vivió y contó los sucesos históricos del arranque del siglo XX. Testigo del terror comunista en Polonia, país que la acogió gran parte de su vida y donde murió hace medio siglo -el 16 de enero de 1958-, Casanova tuvo que vencer enormes dificultades (entre ellas, su casi ceguera) para sobrevivir en un mundo convulso donde las mujeres jugaban un papel de comparsa.
Cuesta imaginarla en el Instituto Smolny, sede bolchevique en San Petersburgo, con su pasaporte polaco -en aquella época, nuestras leyes no permitían a la esposa de un extranjero conservar la ciudadanía española-, acompañada de una paisana -"la fiel gallega", como la llamaba, "inseparable en estas penalidades"-, rodeada de la feroz guardia roja y "con dos pedacillos de papel timbrado" que le servían de salvoconducto para llegar a Trotsky. Escribió novelas, relatos cortos, ensayos, colecciones de poesía, una obra de teatro y más de un millar de artículos en diarios y revistas de España y Polonia. La mayor parte de su producción periodística se publicó en ABC entre los años 1915 y 1936.
Sofía Casanova nació en 1861 en Almeiras, una parroquia de Culleredo (La Coruña). Se trasladó muy joven a Madrid para estudiar y empezó a frecuentar los ambientes literarios, donde conoció al filósofo y diplomático polaco Vicente Lutoslawski, con el que se casó en 1887. La pareja fijó su residencia en Polonia, aunque solía pasar los veranos en Galicia. Sus desplazamientos por Europa a causa de la profesión del marido le proporcionaron el conocimiento de varios idiomas, la vivencia de acontecimeintos como la lucha de las sufragistas en Inglaterra o la formación del Partido Bolchevique en la Rusia zarista, y una visión precisa de las tragedias que se iban cocinando en las cancillerías.
Primera corresponsal de guerra
Una tragedia -pero ésta personal- dio un giro a su vida. Sofía tuvo tres hijas que no garantizaban la continuidad del apellido paterno, por lo que fue repudiada por Lutoslawski y condenada a la penuria económica. Trabajó como enfermera para la Cruz Roja en Varsovia y, cuando Europa se incendió en 1914, se convirtió en la primera corresponsal de guerra española, cubriendo el frente polaco para ABC.
Pocas personas se dieron cuenta de la gran dificultad que tenía para escribir: sufría de una miopía muy avanzada, pero no quería usar gafas (se las ponía raras veces cuando salía a pasear y nunca se dejó retratar con ellas). Uno de sus nietos, Karol Meissner, cuenta esta anécdota en su artículo "Las tres muertes de Sofía Casanova": "Como era escritora y corresponsal de ABC tuvo que organizar de otra manera su técnica de escribir. No podía hacerlo sobre una mesa (...) Tenía, pues, preparado un cartoncito (...) sobre el cual estaba pegado un papel secante. Sobre este cartoncito ponía una hoja de papel, que debía tener un formato especial (...) Escribiendo prácticamente en el aire ponía letras grandes, deformadas (...) Durante la guerra, cuando vivía con nosotros en Varsovia y cuando me gustaba ayudarla copiando a máquina sus manuscritos, me vino una vez la idea de probar a escribir con su misma técnica. Era difícil. La mano izquierda se cansaba pronto, la mano derecha teniendo la pluma en el aire ponía letras con gran dificultad. La tinta, claro, no quería subir hacia arriba. Y, sin embargo, ella escribía así horas enteras".
Casanova fue muy crítica con los nazis, pero, por encima de todo, odiaba el comunismo hasta el punto de ser para ella un problema moral. "Me decía que se confesaba de odio", revela su nieto. Este sentimiento nació de amargas experiencias: la sangrienta revolución bolchevique, el asesinato del zar Nicolás II y su familia, el terror de las purgas de Stalin, el apoderamiento de Polonia por el Ejército Rojo... Observaba con horror el anticlericalismo surgido en la España de la II República, el asesinato de religiosos y las profanaciones de iglesias. Su aceptación del régimen franquista "causaba cierta ojeriza de los suyos", según Meissner. En sus últimos años, repetía con frecuencia: "¡Me han olvidado!".
En la actualidad hay gente dispuesta a recuperar la figura y la obra de Sofía Casanova. La Editorial Akrón acaba de publicar "En la corte de los zares" y prepara el lanzamiento de "La revolución bolchevista", "Polvo de escombros", una recopilación de crónicas enviadas a ABC y una biografía. El editor, Juan Manuel Martínez Valdueza, recuerda que "estos libros, muy queridos, estaban en la biblioteca heredada de mis padres". Vivimos mientras nos recuerdan, o nos leen, y esto vale también para aquella legendaria corresponsal.
ABC, España
Por Miguel Angel Barroso, 13.01.2008
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