El mundo donde la Guerra Fría no terminó

Al igual que Ucrania, Belarús se encuentra en el centro de un complicado juego de intereses norteamericanos y rusos que buscan expandir su influencia en Europa oriental.
Para comprender la trama geopolítica que se teje en torno a Belarús es necesario conocer los objetivos rusos y norteamericanos en la región.

La estrategia de los Estados Unidos consiste en arrinconar a Rusia y sus aliados. Los norteamericanos tienen más amigos en la periferia occidental de ésta que en la oriental. Por eso, la estrategia de Washington es hacer perder terreno a Rusia en Europa oriental y en el Cáucaso. Esto implica atacar políticamente a Belarús, que es el aliado más cercano de Moscú, a la vez que apoyar la acción coordinada de las repúblicas del Báltico, Polonia y Georgia, para aislar a ésta de la Unión Europea y de las ex repúblicas soviéticas.

A su vez, Moscú intenta alejar de la influencia norteamericana a algunos de los gobiernos de estas repúblicas. Su mejor carta es la fuerte dependencia económica de algunas de ellas frente a Rusia. Este argumento es particularmente poderoso en aquellos países cuyos electorados, sin ser pro rusos, son contrarios a la rusofobia.

Este es el caso de Ucrania, que es una bisagra en el juego que envuelve a Belarús. Su presidente, Viktor Yushchenko, pro norteamericano, es famoso por haber sobrevivido no sólo al fraude de las elecciones de 2004, sino también a un intento de envenenamiento durante la campaña electoral previa. La anécdota ilustra la magnitud de lo que está en juego.

Por muchos motivos la influencia sobre Ucrania ha sido un contencioso crucial en la era postsoviética. La incertidumbre en torno a quién ha de prevalecer no ha cesado. El mes pasado Yushchenko enfrentó una grave crisis política y debió deshacerse del gobierno liderado por el carismático primer ministro Yulia Timoshenko. Esta movida agrió sus relaciones no sólo con Rusia, sino también con Europa y los Estados Unidos. La situación se ha vuelto muy inestable debido al virtual empate entre facciones internas que intentan acercarse a uno de esos tres polos de influencia.

En lo inmediato, es probable que Yushchenko intente moderar su actitud hacia Rusia. A su vez, ésta intensifica sus presiones diplomáticas. En la prensa, se habla de un próximo viaje de Putin a Kiev, aún no confirmado. Se presume que intentará convencer a su interlocutor de que es posible mantener buenas relaciones tanto con Washington como con Moscú.
El principal objetivo ruso es conseguir que Ucrania deje de ser la plataforma de lanzamiento de intentos norteamericanos de desestabilizar a Belarús. Lo más importante es abortar las maniobras para derrocar a su presidente, Alyaksandr Lukashenko, orquestadas por Estados Unidos y Polonia. Los argumentos rusos son convincentes si se considera que la supervivencia económica de Ucrania depende de la colaboración rusa, debido a la dependencia energética y a los intricados vínculos entre las empresas de uno y otro país.

Por otra parte, Ucrania forma parte del Espacio Económico Unificado (UES) junto con Rusia, Belarús y Kazakhstán. Esta organización se reunirá el 1º de diciembre para intentar aprobar un conjunto de documentos que permitirían avanzar en la cooperación entre los miembros del bloque. Si la conjunción de esta posibilidad con las presiones diplomáticas y económicas alcanza para cooptar a Yushchenko, la situación de Lukashenko en Belarús se verá aliviada.

Esta movida rusa converge en un enorme arco de intereses, que abarca desde empresarios norteamericanos hasta políticos europeos que prefieren hacer buenos negocios con Rusia antes que participar en competencias geopolíticas empobrecedoras. En este momento progresa la construcción del oleoducto de Rusia a Alemania a través del mar Báltico; hay planes avanzados para que una empresa de energía del Estado ruso cotice en la Bolsa de Londres, y también se progresa en la participación de capitales europeos y norteamericanos en un gigantesco proyecto gasífero vinculado con las reservas rusas en el Artico.

A la vez, en marzo se celebrarán unas cruciales elecciones legislativas en Ucrania. El cuadro en su conjunto parece indicar que tiene más posibilidades de sobrevivir Lukashenko en Belarús que Yushchenko en Ucrania.

Por Carlos Escudé
La Nación, Buenos Aires
16.10.2005


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