¿Qué pasó en Azara?
Hay muy poca información disponible sobre esta obra.
Los pocos datos obtenidos son el resultado de realizar entrevistas con varios pobladores y algunos sacerdotes.
Una vieja foto publicada en el libro “Un soldado del Evangelio” muestra al padre José Bayerlein Maryanski con la Comisión en el acto de inauguración de un escudo polaco en el año 1920. Allí aparecen los señores Adam Whon, Juan Raczkowski, Antonio Fassa, Antonio Antoniow, Juan Kruchowski, Juan Zach, Miguel Gregorczyn, Juan Huk, Pedro Soja, Antonio Terlecki, Miguel Antoniow, Martín Wdowiak, Pablo Hajdasz, Floriano Idzi, Pedro Maruniak, Wojciech Wdowiak. Ninguna de estas personas vive y no hay documentación que nos remita al autor de la obra o a su diseñador. Sólo podemos decir que fue tallada en piedra arenisca y que estaba apoyada sobre otro bloque de piedra en el que se podía leer claramente “1919”. También podemos deducir que originalmente fue totalmente pintada en color blanco, ya que en varias entrevistas el único recuerdo que salía a la luz era su color.
Al comenzar la Segunda Guerra Mundial el escudo fue terminantemente prohibido en Europa. ¿Qué pasó en Azara?
Una mañana el escudo apareció “desprolijamente” cubierto con cemento. Apenas se podía adivinar que detrás estaba el Águila. Los vecinos, quienes no recuerdan qué día fue exactamente, cuentan que no sólo se perdió este escudo sino que además se quitaron las banderas polacas que se hallaban en el interior del templo junto a las banderas de la Argentina y del Vaticano. Nunca más se adornó la iglesia con las cintas rojas y blancas que caían desde el centro del techo. Al mismo tiempo fueron quitados todos los símbolos, banderas y escudos polacos que ornaban las distintas instituciones de la colectividad en Azara. Lo cierto es que esos escudos, banderas y símbolos se perdieron para siempre. Algunos vecinos dicen haber conservado alguno de ellos, pero si esto es verdad es una pena que estén tan guardados que nos los han mostrado ni siquiera en ocasión de los festejos del Centenario de Azara.
Nadie pudo dar una respuesta concreta y basada en algún tipo de certeza comprobable sobre lo ocurrido con el Águila.
Se manejan distintos supuestos e hipótesis más o menos lógicos. Lo cierto es que se acusa al párroco de aquel entonces por haber dañado la obra. No podemos afirmar que ese sacerdote haya querido “ofender” al Estado polaco, de hecho tampoco se sabe de ningún tipo de protesta formal contra tal acto. En los diarios polacos que se editaban por entonces en Buenos Aires no aparece ninguna mención a este hecho.
Todo indicaría que más que querer agraviar a la nación polaca este sacerdote trató de proteger a sus fieles “tapando” este escudo. Eran tiempos muy convulsionados en Polonia y también en nuestro país. Los conflictos por las nacionalidades y sus vinculaciones con los distintos países que intervenían en esta Guerra no eran temas menores en la política argentina de entonces.
El Águila siguió dañada y hubo que esperar 60 años para que un nuevo párroco impulsara su restauración.
Recuperar ese escudo tenía la importancia de la obra concreta y de ser un impulso que llevara a que los colonos revalorizaran su pasado, se preguntaran sobre él, reflexionaran sobre el valor de los objetos que cotidianamente los acompañan desde los tiempos de sus mayores. En esa tarea se embarcó el padre Enrique Grosse Darrelmann (SVD) cuando llegó a Azara a fines de 1999 y comenzó a interesarse por todo lo relacionado con la historia de su Parroquia y de sus fieles.
En el año 2001 se celebraría el Centenario de esta población y comenzaban los debates históricos. Él buscó colaborar en todo lo posible con la comunidad y trabajó en distintas actividades y proyectos, principalmente en la recuperación del Águila Blanca. La falta de documentación no impidió que se siguiera trabajando en la búsqueda de datos concretos.
Así fue como gracias a los recuerdos de uno de los vecinos se pudo saber algo más. Si bien este hombre no estuvo presente en la inauguración del Águila, sí recordaba las historias que su padre le había contado cuando era un niño. Fue gracias a él que se supo que debajo del Águila se había colocado un tubo de vidrio con un mensaje para ser abierto en el futuro. Lamentablemente no pudo leerse el mensaje ya que el tubo no fue lo suficientemente resistente, en algún momento se rompió y la humedad dañó al papel guardado en él.
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