El Tucu tramita el pasaporte polaco
El Tucumano no tiene pasaporte comunitario, y hoy ocuparía una plaza en el extranjero en cualquier club de Europa. Por eso ya tiene en trámite la ciudadanía polaca. Fue en 1995. Por la final de un campeonato interprovincial Sub 15 que se disputaba en el norte argentino. Tucumán, una de las revelaciones de la competencia, tenía que enfrentar a Santiago del Estero. La única preocupación de los santiagueños, para los que jugaban Julio Marchant y Alfredo Moreno, era saber quién era ese número 10 que no paraba de hacer goles. No había otra preocupación para los rivales. Pelota que le pasaba cerca, el Burro la convertía en un bombazo. Su remate de zurda contaba con una potencia por encima de lo normal a su edad. Por esa patada furiosa, justamente había merecido el apodo. Aunque su equipo perdió 4-2 y salió segundo, el Burro convirtió los dos goles, fue el goleador del torneo y también lo eligieron como el mejor jugador. Poco tiempo después, su fama se extendió más allá de las provincias del norte, llegó a oídos de cazatalentos de Buenos Aires y a los 16 se lo llevaron a Estudiantes de La Plata. Todavía jugaba de número 10. El Burro no era otro que Juan Angel Krupoviesa, el mismo que el domingo pegó un grito de ésos que antes tenía como costumbre y así pudo soltar bronca atragantada. Los ojos llorosos, con lágrimas que los inundan pero no se animan a salir, no fue por otra razón que por esa mezcla de descarga de tensiones y de emoción que vino con el 2-1, con su gol, el segundo en Boca. "Fue un desahogo", dijo, luego de pasar una fecha afuera por decisión de Basile, por razones de rendimiento.
"Esa época de campeonatos provinciales era muy linda. No puedo olvidarme de esa vez que salí goleador. Jugaba de volante y pateaba fuerte. Pateaba de afuera y la metía, ja. Siempre me gustó patear fuerte. Recuerdo un gol que le hice a Santiago del Estero: hicieron un córner para afuera del área, le di desde ahí y la clavé al lado de un palo", cuenta Krupo, quien a los 15 años ya estaba en la Primera de Tucumán Central, un club que queda frente a la casa de sus padres y que participa de la liga local. Y su papá Juan Carlos agrega: "Cuando era chico, los pibes preguntaban: ¿A quién le dicen el Burro? ¿Quién es? Querían saber para cuidarse. Y era por Juan Ángel que siempre le pegó con un fierro. Todos sus goles eran desde afuera del área". El lateral de Boca, lejos ya de aquellos días, cree que su padre "exagera, como todos los padres. Lo que pasa es que me tiraban una pelota de fútbol y le pegaba a la de fútbol. Me tiraban la de básquet y también le daba".
El comienzo en el fútbol, más allá del rápido debut y de esa fama que se hizo, no fue tan sencillo. Como su padre Juan Carlos siempre jugó al básquet, el primer hijo, Juan Angel, siguió por ese camino y llegó a participar de torneos en Buenos Aires junto a Lucas Victoriano. "Andaba bastante bien, pero después, como vivimos enfrente de la cancha de Tucumán Central, se inclinó por el fútbol. Yo salía del trabajo y a la hora de la siesta me hinchaba: ''Dale, llevame, llevame''. Y a los 13 ó 14 años me terminó convenciendo", recuerda su papá. Y el propio Krupo agrega: "Jugué al básquet hasta que salió en el diario que enfrente de casa probaban jugadores y con mi primo fuimos a averiguar, nos anotamos y finalmente quedamos". Los otros tres varones de la familia directamente eligieron seguir al mayor: los mellizos Juan Mauricio y Juan Víctor (21) y Juan Carlos hijo (16) juegan en Tucumán Central. Sí, todos se llaman Juan. "Me causa risa hasta a mí. Cuando viene alguien a casa y pregunta por Juan... Jajaja. Mi abuelo también se llamaba así", explica el jugador de Boca, quien a su hijo le puso Faustino y cortó la tradición de los que llevan ese apellido.
Recién en la Reserva de Estudiantes, el número 24 de Boca empezó a cambiar de puesto. Primero, lo convirtieron en volante por izquierda. Y en ese puesto asomó en Primera. Hasta que un buen día, por una lesión de Dante Unali durante un partido, a los 5 minutos del primer tiempo, Cacho Malbernat lo tuvo que poner de urgencia por ese el lateral y nunca más salió… Hasta que el fin de semana pasado, Coco Basile decidió darle descanso y probó con Claudio Morel Rodríguez. Y una señal así —sobre todo tratándose de alguien comprado en una cifra cercana a los 2.000.000 de dólares, algo no muy común para un lateral— sacude y despierta a cualquiera. Krupo lo sabe: "Yo me siento más tranquilo que el año pasado, con más confianza, pero las cosas no estaban saliendo. El gol me vino bien para tomar aun más confianza. Pero sé que tengo que seguir mejorando y creciendo".
Juan Carlos, el padre: "Mis abuelos, polacos, eran Krupowicz. Acá les cambiaron el apellido. Somos los únicos en la Argentina.
Diario Olé, Buenos Aires
28.02.2006
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