Los polacos: Un colectivo ejemplar en España

La población polaca en nuestro país se ha multiplicado por cuatro desde el 2004, llegando a un total de 164.298 personas. Un colectivo que se ha convertido en un ejemplo de convivencia e integración, pese a representar tan sólo el 2% del total de emigrantes.

Varsovia. Pese a que la situación de los polacos emigrados a España no se puede comparar a la masificación que ha alcanzado en Irlanda o Inglaterra; año tras año llegan más y más familias en busca de un futuro diferente al sur de los Pirineos. Y es que, actualmente residen 164.398 polacos en el territorio español, alrededor de cuatro veces más que en el año 2004. Además de los cientos que acuden anualmente a las campañas de recogida de la fruta en diferentes regiones y que permanecen el tiempo que dura el trabajo para ganar dinero y volver a su país.

De este total, la mitad trabaja de forma regular y continua en España, mientras el resto se encuentra desarrollando alguna modalidad de estudios. Y es que, tampoco los polacos se resisten al Erasmus español. A ser posible en Barcelona o Valencia. Esta corriente de personas y familias que desde el norte de Europa se desplazan al sur se ha repartido a lo largo y ancho de la geografía española de modo bastante uniforme. Se pueden encontrar polacos, en mayor o menor cantidad, en todas las Comunidades Autónomas, Provincias y ciudades. Aunque existen algunas localidades con una mayor densidad, como la localidad madrileña de Alcalá de Henares donde se cuentan unos 4.000.

Pese a sumar tan sólo el 1,97% del total de los 4.274.821 de inmigrantes que residen de modo regular en el país, se ha convertido en un colectivo modélico por su integración, su aportación en todos los niveles a la sociedad y por su mantenimiento de sus raíces. Son muchas las asociaciones polacas que existen en España, los negocios y tiendas de productos alimenticios o de cualquier tipo traídos desde Polonia, las escuelas de polaco, bares y restaurantes y empresas con sedes u oficinas en España. Una relación económica que cada año crece y crece. Muestra de ello son las cerca de cien empresas españolas en Varsovia o las balanzas comerciales entre ambos países. De hecho, para la Comunidad de Aragón, Polonia se ha convertido en el segundo país del mundo con mayor número de intercambios económicos (importaciones y exportaciones).

Trabajadores cualificados
Una de las claves del éxito de la integración polaca ha sido su preparación y formación para realizar trabajos técnicos o intelectuales. El mito del “fontanero polaco”, muy extendido por España o Francia, no es más que la simplificación de este hecho. Y es que, mientras emigrantes de otros países no encuentran trabajo, el abanico de empleos a los que accede la población polaca es muy amplio: desde trabajadoras del hogar, conductores, empleados de la construcción, médicos, empresarios... Como muestra de ello sirve el testimonio del empresario Ángel Tellechea, que lleva varios años contratando trabajadores polacos en su empresa de transporte internacional. “Actualmente hay catorce empleados de esta nacionalidad en diferentes puestos, desde conductores hasta gestores. Y son muy buenos profesionales con muy buena preparación”, asegura Tellechea. Además, el empresario es el cónsul honorario de la Rzeczpospolita en Navarra, Euskadi y La Rioja (un área donde residen entre 1.000 y 1.500 polacos de manera permanente) y ha recibido varias condecoraciones por su labor. “Nuestro trabajo es crear lazos de unión entre ambos países y hermanar a sus gentes”, resume.

De la misma opinión se muestra Ewa Pawlowska, presidenta de la Asociación Polonia en Galicia (donde habitan alrededor de 400 polacos): “Aquí hay médicos, enfermeras, investigadores de Universidad, propietarios de empresas, un sacerdote, trabajadores de la construcción, músicos, conductores. De todo. -Y añade-. La integración es bastante buena, viven bien y se adaptan pronto al ritmo y al estilo de vida de los gallegos. Al fin y al cabo no somos muy diferentes”, finaliza.

Sin embargo, para Dariusz Wilk, de la Asociación Kulturalne Katalonsko-Polskie, la respuesta es más compleja. Él estructura tres grupos de población, divididos por edades, intereses y formación. El primero está formado por personas entre 30 y 60 años con obligaciones familiares, formación primaria o secundaria y con experiencia en trabajos a los que se dedican. “Estos ciudadanos, a menudo, tienen el centro de sus intereses vitales en Polonia y viven en España de manera temporal sin realizar demasiados esfuerzos para integrarse con la sociedad local”, explica. El segundo lo componen personas de 20 a 30 años. Son estudiantes, becarios o jóvenes emprendedores que “buscan integrarse con la sociedad local, aprender idiomas y que vienen a España en busca de mejores oportunidades”, aclara. Y, por último, existe el perfil de las personas que desde hace muchos años viven en España y tienen allí toda su vida. A menudo son personas de matrimonios o parejas mixtas o hijos ya nacidos en el país. Incluso muchos poseen la doble nacionalidad (española y polaca). “Están muy bien integrados en la sociedad local”, concluye Wilk.

Cuidar las tradiciones
Es por todos estos motivos por los que los emigrantes polacos son “de los más queridos y apreciados por los españoles”, como asegura la profesora Eugenia Ramírez Goicoechea en su obra: ‘La comunidad polaca en España. Un colectivo particular’. Una relación que se ha visto favorecida por los esfuerzos de los ciudadanos del norte por dar a conocer sus tradiciones y mantener sus costumbres.

Existen multitud de Asociaciones Culturales polacas por las diferentes comunidades españolas que trabajan para mantener las fiestas tradicionales o realizar actividades juntos el Día de la Fiesta Nacional, en Navidades o Tlusty Czwartek.

Otros puntos de encuentro son la embajada, en Madrid, con sus diferentes departamentos, y el Consulado de Barcelona. Además hay otros seis consulados honorarios repartidos por Murcia, Valencia, Palma de Mallorca, Gran Canaria, Galicia y la región comprendida por Navarra, Euskadi y La Rioja. Seis escuelas de polaco, repartidas por Barcelona, Madrid y sus alrededores y Zaragoza y varias tiendas exclusivamente polacas en las mismas ciudades.
Y es que, como reza un popular dicho español: “Polonia es la España del norte”, y parece ser que cada vez lo es más.

www.soitu.es
26.01.2009


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