La crisis aumenta el regreso de los emigrantes

Las dificultades económicas obligan a muchos trabajadores del Este a regresar a sus países de origen, donde aumentan las voces que piden la expulsión de parados de origen asiático o de ex repúblicas soviéticas.

BanderasHasta hace un año, millones de polacos, rumanos, búlgaros y ciudadanos de otros países de Europa central y oriental trabajaban en la parte más rica de la UE, sobre todo en España -que en 2006 recibió a 803.000 trabajadores del Este-, el Reino Unido, Irlanda, Alemania, Francia e Italia. Hoy, la crisis económica les devuelve a casa, donde aumentan de volumen de las voces que reclaman la expulsión de los trabajadores de origen asiático o de antiguas repúblicas soviéticas a los que la recesión ha enviado al paro.

Los emigrantes del Este se fueron en busca de salarios más elevados y mejores condiciones de vida. La emigración fue positiva para los países escapados del 'socialismo real' porque generó divisas y un descenso notable del desempleo. Dos millones de polacos y el 20 por ciento de la fuerza laboral rumana emigraron al Oeste desde 1989; centenares de miles de trabajadores búlgaros, húngaros, eslovacos, checos, de las repúblicas bálticas y la antigua Yugoslavia hicieron lo mismo.

A mediados de la década, algunos de estos países empezaron a necesitar mano de obra y tuvieron que recurrir a trabajadores asiáticos y de antiguas repúblicas soviéticas para cubrir vacantes en la construcción, los servicios y la industria. El crecimiento económico y el aumento de los salarios en algunos países del Este fue un polo de atracción para trabajadores de naciones más pobres.

En poco tiempo Polonia se convirtió en país receptor de emigrantes de Ucrania, China, Vietnam, Pakistán, Bangladesh.

Según la Comisión Europea (UE), unos 600.000 trabajadores no comunitarios viven en Polonia. Decenas de miles de emigrantes de Vietnam, Mongolia, Kazajstán, Ucrania, Moldavia, Bulgaria, Croacia y hasta Polonia y Eslovaquia se instalaron en Chequia para trabajar en la industria de la automoción, la construcción y los servicios.

En Rumanía, la falta de mano de obra en la construcción obligó al gobierno a facilitar la entrada de chinos; a Bulgaria llegaron vietnamitas, ucranianos y moldavos. En Eslovenia, trabajan unos 40.000 emigrantes no comunitarios y en Hungría, unos 60.000.

Llegó la crisis
Los países del Este convivieron con esta paradoja hasta que llegó la crisis, y los emigrantes del este decidieron regresar a casa, en parte empujado por los países receptores. El Reino Unido ha reconocido estar "arrepentido" de su política migratoria y laboral "liberal", y el gobierno holandés comunicó en diciembre pasado que en los próximos tres años no admitirá a búlgaros y rumanos para "evitar prácticas de explotación". Alemania ha escogido la solución más dura: cerrar sus puertas a cal y canto a los emigrantes del Este. España, con el índice de paro más alto de la UE, fomenta medidas a favor del retorno de los rumanos, que de momento no han tenido resultados destacables.

Polacos y rumanos encabezan la lista de emigrantes del Este que ya han regresado o lo quieren hacer en el futuro. Según la experta en flujos migratorios Krystyna Iglicka, el creciente desempleo en el Reino Unido e Irlanda "podría dejar sin trabajo a unos 400.000 polacos". Unos 100.000 abandonaron el territorio británico en 2008 y 400.000 lo harán este año, según datos del Ministerio de Interior del Reino Unido. En Polonia, el desempleo podría alcanzar a finales de 2009 al 16 por ciento de la población activa.

En Rumanía, un estudio de Cartel Alfa estima que unos 500.000 emigrantes que trabajan en la construcción en España e Italia podrían regresar a su país debido a la grave crisis del sector.

Mientras, los sindicatos rumanos creen que unos 700.000 trabajadores pueden quedarse en paro en los próximos meses. Miles de búlgaros sin trabajo en Europa occidental también han decidido regresar a su país, aunque el sueldo medio no alcance los 300 euros al mes y las condiciones de vida estén muy alejadas del promedio de la UE.

Mientras vuelven muchos emigrantes, los gobiernos de algunos países del Este se plantean la expulsión de los extranjeros en paro. Así ocurre en Chequia. A cambio de que abandonen el territorio, las autoridades checas ofrecen a los inmigrantes en paro un billete de avión y 500 euros. Praga calcula que unos 13.000 extranjeros, sobre todo vietnamitas y mongoles que trabajan la automoción, la construcción y los servicios, están en esta situación, pero hay que añadir otros 68.000 que se quedarán sin permiso de trabajo este año. Según el Gobierno checo, unos 270 extranjeros ya se han acogido a esta medida.

En Polonia, según la Fundación Stefan Batory de Varsovia, hay unos 100.000 ucranianos sin papeles que se exponen a ser detenidos y expulsados. La situación es aún más difícil para los trabajadores asiáticos o de antiguas repúblicas soviéticas alejadas de Polonia.

En Rumanía, Bulgaria y Hungría los movimientos ultras salen a la calle para pedir la protección de los trabajadores nacionales y la expulsión de los extranjeros.

Heraldo, España
03.03.2009


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