Espejos de los tiempos (Primera parte)
Un cartel constituye un espejo del tiempo en el que fue creado. Como un espejo refleja la situación política y social, informa sobre el repertorio de películas y de obras teatrales, anuncia los eventos deportivos, y anima a adquirir ciertos productos. El arte de los carteles desempeñó un papel muy importante en la recuperación de la vida cultural polaca en los tiempos de la Independencia y muy especialmente a continuación de la II Guerra Mundial.
Los mayores reconocimientos mundiales alcanzados por los artistas polacos están principalmente ligados con los carteles relacionados con la cultura. Sin embargo, se puede decir que una gran mayoría de los maestros polacos del arte del diseño de carteles se especializaron en los temas políticos y sociales.
El arte de los carteles polacos comenzó a tomar forma como movimiento organizado en el cuarto de siglo anterior a la Independencia. Los estudios más importantes eran los de Stanislaw Wyspiasnki, Joseph Mehotter, Teodor Azentowicz y Wojolech Weisa. Antes de esto, lo más representativo del arte polaco eran las tallas de madera de los artesanos campesinos y los pintores. No es sorprendente pues que los primeros carteles hayan sido creados por pintores y que estuvieran fuertemente influenciados por el arte popular polaco. Los artistas, por entonces, también tenían sus miradas puestas sobre todo lo que pudiera estar ocurriendo en el mundo que los rodeaba. En ese tiempo el Art Nouveu estaba en su apogeo en Europa Occidental. Los artistas pendulaban entre revivir al modernismo polaco y seguir las ideas del Art Nouveau.
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Uno de los primeros artistas polacos de carteles fue Stanislaw Wyspianski (1869-1907). Una de sus creaciones fundamentales fue un cartel para una obra que sólo se representó dos veces en Polonia. El dibujo y el texto en este cartel no son sólo ilustraciones de una obra, son un comentario sobre lo que se puede sentir al verla. Alguien puede ilustrar lo que ocurre en la obra, pero Wyspianski era capaz de alcanzar el significado central, el alma de la obra, con imágenes y textos muy simples. Así sus carteles establecieron el patrón de lo que habría de convertirse en el arte de los carteles polacos.
La primera posguerra
Con el final de la I Guerra Mundial, Polonia que había estado dividida entre Austria, Prusia y Rusia, recuperaba su independencia en 1918. Al resurgir Polonia, los carteles comenzaron a desarrollar su propio camino dentro del arte. El departamento de Arquitectura del Instituto Politécnico de Varsovia comenzó a enseñar con una mayor claridad geométrica y con una menor devoción hacia la tradición pictórica. Los carteles se afianzaron como una herramienta de anuncios en el entendimiento de los polacos quienes sintieron que esta comunicación rápida podría alcanzarse a través de la geometría. Tadeusz Gronowski (1894-1990) se convirtió en el primer artista polaco dedicado exclusivamente a los carteles, sostenía que el artista de carteles no debía asegurar su personalidad ya que el cartel es una “comunicación entre el vendedor y el público”. Su trabajo de 1926 para el jabón Radion ejemplifica esta actitud. La imagen simple y geométrica de un gato negro entrando a un balde de lavar y saliendo blanco con el mensaje: “¡Radion es el limpiador para usted!”.
En 1993, Waldemar Swierzy usó este tema para un cartel publicitario de una exhibición de los trabajos de Gronowski y en 1997 la Oficina de Correos de Polonia emitió un sello postal reproduciendo este cartel.
A principios de los años 20, junto a Gronowski encontramos a Edmund Bartlomiejczyk (1885-1950), un prominente ilustrador de libros y un experimentado grabador de carteles artísticos polacos. Su estilo académico es representativo de los primeros carteles. En 1935 Bartlomiejczyk comenzó a enseñar en la Academia de Bellas Artes de Varsovia con una -aproximación más pictórica al arte del cartel que entró en competencia con el estilo geométrico del Instituto Politécnico. Trabajó con imágenes muy realistas mientras que Gronowski y sus seguidores quienes sentían que el cubismo era la única respuesta, optaban por las figuras geométricas. Durante los siguientes 5 o 10 años la mayoría de los carteles polacos lucieron muy cubistas.
En los 30 entró en escena uno de los artistas polacos de carteles más influyentes: Tadeusz Trepkowski (1914-1954), un artista autodidacta, que mostraba carteles simples que favorecían concretamente al objeto, sin ningún tipo de alusión histórica o estilística.
Pronto sobrevino la II Guerra Mundial. Entre 1939 y 1945, Polonia sufrió las ocupaciones de los Nazis y de los Soviéticos. Tadeusz Trepkowski creó en 1945 una serie de excelentes carteles que animaban a la sociedad a derrotar de una vez por todas al enemigo Nazi. Simple en la forma, enfatizando el poder del símbolo, ellos rápidamente se convirtieron en la “tarjeta de presentación” del autor. Desde 1945 hasta su muerte en 1954, Trepkowski produjo algunos de los carteles más memorables de Polonia.
La segunda posguerra
La historia de la posguerra de Polonia está ricamente ilustrada con carteles. Con el fin de la guerra las artes fueron restauradas. En la primera fila seguía Tadeusz Trepkowski. Una de sus mayores genialidades fue un pequeño cartel hecho a mano anunciando una de las primeras películas polacas de los años de la posguerra Última etapa (1948), un drama de supervivencia y tragedia en los campos de concentración. Es una imagen serena que nos dice mucho: como echando una sombra sobre el traje rayado de la prisión vemos un clavel rojo y doblado, la flor más usada para recordar a los muertos. La desgraciada naturaleza de los campos es nuevamente evocada en la identificación del triángulo rojo y el número. Estos objetos simples adquieren significados históricamente simbólicos que no necesitan mayores explicaciones.
Tadeusz Trepkowski volvió a usar una composición directa y de colores puros en 1952 para los carteles “Nie!” y Varsovia. Recurrió a las imágenes para lo que era importante, específicamente, una ciudad destruida por la guerra en la línea de una bomba para el sencillo mensaje: ¡No! Y una grúa levantando a Varsovia incitaba a la reconstrucción de la ciudad. Su estrategia “menos es más” guió a buena parte de los artistas del cartel en una nueva dirección de comunicación efectiva. Uno puede ver aquí la influencia directa de Gronowski sobre los trabajos de Trepkowski. Ambos usaban imágenes simples y colores planos para alcanzar y atravesar una idea.
En la posguerra, el gobierno comunista era quien encargaba los carteles. El resultado fue un conjunto de imágenes homenajeando dulcemente los sueños del comunismo. Muchos carteles alababan a la URSS y mostraban un proletariado feliz. Los carteles no estaban centrados en la publicidad de bienes de consumo ya que era la era de la economía centralmente planificada, estaban más bien dirigidos a los servicios públicos y a los eventos culturales y deportivos.
Los años 1946-1948 marcan el período en el que el régimen comunista luchaba contra la oposición que aún era legal. Los carteles de este período se burlaban y mofaban de los políticos de la oposición etiquetándolos como antipolacos y más que impacientes por colaborar con los Nazis y con el imperialismo americano. Este desprecio y los insultos en los personajes estampados en los carteles podían alcanzar un alto nivel de diseño gráfico.
Llega el realismo socialista
La dictadura se afianzó ya en los primeros años de la década del 50, por entonces, los líderes del partido responsables de la cultura impusieron la doctrina del realismo socialista, por el cual el arte se supone es socialista en su contenido y realista en su forma. Los artistas que no querían sucumbir a esas reglas estaban forzados a abandonar tanto el diseño de los carteles como a participar en las exhibiciones. Los carteles de estos tiempos están atestados de trabajadores sonriendo de oreja a oreja porque habían superado sus metas, con resplandecientes mujeres conductoras de tractores, con soldados empuñando sus armas y con grupos de jóvenes aparentando una igual representación de estudiantes, trabajadores y campesinos. Estas escenas servían como una definición de las llamadas alianzas sociales. Todavía un enorme número de carteles ridiculizaban a los enemigos del sistema, le recordaban a la sociedad la eterna amistad entre Polonia y la Unión Soviética; atacaban al imperialismo americano, ordinarios, buenos para nada y al “perro encadenado” del imperialismo, Jozef Tito. La doctrina estaba absolutamente firme durante los años más duros del terror stalinista. Los carteles comienzan a mentir sobre la realidad. Contra el gris de las pobres ciudades, y con los colores pastel de realismo convencional naive, ellos pintan un cuadro de un país que está siendo construido por los comunistas como si se tratara de un paso hacia el paraíso en la Tierra. Los artistas líderes de esta tendencia eran Lucjan Jagodzinski, Wladyslaw Janiszewski, Witold Chmielewski, Elzbieta y Wlodzimierz Zakrzewscy.
La muerte de Stalin y del dictador polaco Bierut, junto al famoso discurso de Khrushtshev produjeron algunos cambios políticos en Polonia. Los comunistas no tenían la intención de compartir el poder, pero buscaban nuevos, menos brutales y por lo tanto más populares métodos para gobernar al país.
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