El hombre que le hizo la cruz a Borges

Por culpa de Hitler pasó 25 años en Buenos Aires. Allí vivió de la limosna, de los funerales, de sus críticas a la sociedad porteña y de su ferviente rivalidad con Jorge Luis Borges.

Tapa de Diario de GombrowiczHace algunos días la Editorial Seix Barral publicó los escritos de Gombrowicz en una compilación de 800 páginas titulada “Diario (1953-1969)”. Allí se encuentra gran parte del material que el autor polaco plasmara en obras como “Diario argentino” y “Recuerdos polacos”, donde se veía a sí mismo como “un hombre de los cafés. Me encantaba decir cosas absurdas durante horas tomando un café negro y abandonarme a distintos tipos de juegos psicológicos”.

Y es que Gombrowicz detestaba la celebridad y el discurso rimbombante de los literatos. De origen polaco, escribió gran parte de su obra en Argentina, donde vivió cerca de 25 años luego de que Hitler invadiera su patria en septiembre de 1939.

Cenó más de alguna vez con Jorge Luis Borges, pero no lo pasaba. Witold Gombrowicz (1904-1969) era más callejero, Borges pura literatura.

“Diario (1953-1969)” es la mayor obra de Gombrowicz. En este libro afina su ojo crítico sobre el arte, la soledad, la precariedad del ser humano y la sociedad argentina, la cual desmenuza con maestría.

Sobre el arte diría, “nos extasiamos en los museos, en los conciertos o ante un poema porque la presión para que así lo hagamos es demasiado fuerte. Y a la sombra de ese prestigio artificial proliferan miles de impostores menores, artistas sin fuste, provincianos del intelecto, dedicados a la ardua tarea de prodigarse mutuas alabanzas...”.

Tampoco escatimó páginas para escribir sobre el medio homosexual bonaerense: “Eran putos en punto de ebullición, que no conocían ni un momento de descanso, estaban en permanente búsqueda, destrozados por muchachos y perros”.

Aparte de los diarios, Gombrowicz escribió novelas, cuentos y obras de teatro. En narrativa destacan “Transatlántico” (1952), “Pornografía” (1960) y la obra “El matrimonio” (1947).

Sin dinero ni patria
Con la novela “Ferdydurke” (1937) como precedente, “Witoldo” -como lo llamaban sus amigos- llegó a Argentina sin dinero y sin hablar español. Trabajó ocasionalmente en un banco y dependió de las limosnas de sus cercanos, llegando incluso a asistir a funerales para después aprovechar la comida.

Se comunicaba en francés y el círculo “borgeano” le pareció hostil. En una ocasión, la respetada mecenas de la literatura local y esposa de Adolfo Bioy Casares, Silvina Ocampo, le ofreció dinero para que publicara sus escritos, pero el polaco no aceptó.

En 1962, una beca le permitió a Gombrowicz abandonar Argentina y pasar un año en Berlín, y su asma, cinco más en Francia antes de morir. Cuando partió de su entrañable y odiada Argentina y estando arriba de un barco sobre el Río de la Plata , lanzó su última consigna: “Olvídense de Borges”.

Javier García
La Nación , Chile
03.04.2006


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