Jerzy Sosnowski. Y Julio por todas partes

... y esta noche en Viena está cantando Ella Fitzgerald mientras en París Kennedy Clarke inaugura una cave y en Perpignan brincan los dedos de Oscar Peterson. Y Satchmo por todas partes con el don de la ubicuidad que le ha prestado el Señor, en Birmingham, en Varsovia, en Milán, en Buenos Aires, en Ginebra,
en el mundo entero...

(Julio Cortázar, Rayuela)

Jerzy SosnowskiMe gustaría que lo vieras: un ocaso lluvioso, frío entre las casas, maquilladas permanentemente de ceniza y de hollín por las locomotoras de vapor que pasan cerca. Los puntitos verde claro delas farolas marcan el camino a lo largo de la valla del campo de fútbol del barrio. Estamos en otoño de 1977. En un barrio obrero de Varsovia, Polonia. Llevo un jersey holgado y unos bastos tejanos de fabricación nacional, una chaqueta lila con forro que destiñe cuando se moja. Acabo de entrar en el instituto. Tengo 15 años, todavía no vivo en el interior de la historia, son mis ultimo s meses de la infancia: nadie que conozca lucha contra el comunismo, aunque en nuestro barrio se puede ver claramente como esta "dictadura del proletariado" es de mentirijilla; dicen que mi nuevo profesor de polaco sufrió represalias por parte de la policía secreta, pero no sabemos los detalles, realmente es como si se tratara de una operación de una larga y vergonzante enfermedad. Todavía no sé qué pensar de la sociedad, cómo imaginarme la sociedad y el sitio que yo tengo que ocupar en ella; en cuanto a mis convicciones éticas, tengo suficiente (o casi) con los conceptos de "bueno” y “malo”; que relaciono vagamente con los diez mandamientos. Pero mi madre, que, dicho sea de paso, es ingeniera electrónica, me ha inculcado su fascinación por los artistas y el arte; he ido unas cuantas veces al teatro de los "mayores" y más de una vez volví con fiebre. Además, el novio de mi hermana se interesa por el jazz, así que, para parecer mayor de lo que soy, me esfuerzo a escuchar jazz. También he oído algo sobre el anarquismo (¿pero qué? ¿y cuándo? Quién sabe). De todo esto se puede deducir que estoy bastante confundido, quiero ser artista, vanguardista, anarquista, quizás actor, quizás saxofonista en una banda de jazz. Aunque también quiero ser astrónomo y asceta (en nuestra parroquia tenemos una iglesia de estilo neogótica muy bonita, donde el alma se eleva sola hacia el cielo y si no fuera por las mujeres a las que repaso con una mirada de virgen hambriento, cada día comulgaría, pero claro, no me encuentro digno). Pues quiero ser todo eso y noto que estoy atrapado en una cierta provisionalidad: ¿será culpa del colegio?
¿De Varsovia? ¿De la Europa del Este? ¿O quizás de la Tierra, ya que tan sólo estamos aquí de paso?

En el marco de esta provisionalidad voy pues por una calle estrecha entre la valla del campo de fútbol del barrio y una hilera de casas, que un filántropo de entreguerras construyó para los trabajadores. En el patio se encuentra la biblioteca, que es donde me dirijo; dentro alguien en este momento está devolviendo un libro, lo deja en el tablero, es importante que sea precisamente en este momento. Entro, lo cojo y leo que; “A su manera este libro es muchos libros, pero sobre todo es dos libros...”, que “rien ne vous tue un homme comme d'etre obligé de représenter un pays”; y me lo llevo en el acto, a pesar de las protestas de la bibliotecaria, que dice que tal vez es demasiado difícil para mí, y que no lo entenderé; sé que no tiene razón, pero lo que no sé es si “¿Encontraría a la Maga?”; y probablemente aquella noche todavía no, pero seguro que el día siguiente desaparecería rápido en medio del barrio de trabajadores y de los edificios que necesitan una buena reforma, pues aparecerían Pont des Arts y el Bulevar St. Germain, y Ella & Oscar; April in Paris, this is the feeling...

En aquel tiempo ir por la ciudad con la traducción polaca de Rayuela causaba sensación. Toda mi generación ha bebido de los escritores latinoamericanos, y Cortázar nuestra auténtica pasión (aunque reconozco que también había una sección de García Márquez). En los cuentos que en aquella época escribía -siempre y cuando mi madre no interrumpiera mi inspiración, al preguntar en un tono seco y amenazante:
¿Y cuándo piensas hacer los deberes? - intentaba amoldar mi estilo al del Maestro, alargando la frase hasta los límites de la sintaxis polaca. Incluso ahora las tengo que recortar sin ningún resultado... con mis amigos decidimos hacer un espectáculo con el capítulo 17 de Rayuela (en un principio tenía que ser una recitación conjunta con una percusión sincopada como fondo). Y cuando años más tarde una amiga de mi hermana me regaló su ejemplar de la novela, para mí no justamente con Rayuela bajo el brazo, en lugar de guías turísticas: antes de fichar en el Louvre, tuve que ver con mis propios ojos la rue Varenne y el Parc Montsouris. Entonces experimenté realmente la continuidad de los parques: estaba decepcionado porque nadie tiraba al fondo de la barranca de césped un paraguas negro roto. Y aunque después tuviera la oportunidad de estar tumbado a la noche boca arriba, en el fondo siempre pensé que todavía no era el último round, y que en el ciego muro finalmente una ventana me haría un guiño.
Una ventana para mí solo.

Todo esto es una historia de hace muchos años. En mi primera novela rendí homenaje a Rayuela; en la actualidad intento crear mis propias historias, hablar con mi propia voz. Pero en el fondo, cuando escribo me muevo continuamente entre las fronteras de lo fantástico y lo real, intento ser desconfiado ante la abrumadora cotidianeidad a la que estamos acostumbrado, y creo “que buscar es mi signo”. Estas tardes, como aquella, en realidad no desaparecen. Así pues Julio, reconozco que estás por todas partes con el don de la ubicuidad que te ha prestado el Señor.

Traducción: Joanna Bielak y Xavier Farré

Jeszy Sosnowski (1962) es escritor, profesor, historiador de la literatura, periodista de la radio, articulista y también crítico literario.


The International Raoul Wallenberg Foundation

El Águila Blanca es parte del proyecto “Las huellas polacas en la República Argentina”


Museo Roca, Ministerio de Cultura, Presidencia de la Nación. © 2003 - 2020
El Águila Blanca Museo Roca - Insitituto de Investigaciones Históricas Condecoración otorgada a Claudia Stefanetti Kojrowicz