Memoria de Auschwitz por Manuel Reyes Mate
Pocos libros más oportunos que éste para acercarnos a las raíces de los males de nuestro tiempo. Al igual que tantas otras, la nuestra parece ser una época signada por la imposibilidad de aprender del pasado. Ortega, que de esto sabía, señaló, hace más de setenta años, que los pueblos que no digieren su historia terminan devorados por ella. La ciega repetición es, pues, el fruto de la ineptitud para capitalizar la experiencia. Si, en cambio, se aspira a luchar contra esa atroz redundancia, el sufrimiento irremediable de las víctimas de ayer debe ser oído como ineludible. Tal apertura a lo adeudado será, al unísono, duelo y acto de responsabilidad. Consecuente con la convicción de su predecesor y compatriota, el filósofo español Manuel Reyes Mate lleva a cabo una sólida exégesis del sentido moral, filosófico y político de las nociones de memoria y pasado. Se ubica, en este sentido, en la línea de inspirados pensadores previos y coetáneos suyos: Primo Levi, George Steiner, Elie Wiessel, Claudio Magris, Alain Finkielkraut y Jorge Semprún.
El escenario que elige Reyes Mate para efectuar el despliegue de sus propuestas se concentra en un nombre: Auschwitz. La cuestión de la shoá, nos dice, constituye un punto de inflexión en la historia moderna. Hay dos maneras, afirma luego, de entender esa cuestión. O bien a la luz de una memoria activa, o bien desde un concepto convencional del progreso, concebido como un mero dejar atrás lo sucedido. Según sea el criterio que se adopte, se estará decidiendo si lo indispensable se puede inscribir o no en el marco de la responsabilidad ética. Y para el ensayista, lo indispensable es una "reflexión moral y política sobre la presencia de la barbarie humana en la construcción de la humanidad". Presencia incesante, profunda, inextinguible, como lo prueba el hecho de que ella no ha cesado de manifestarse después de Auschwitz.
"Lo sorprendente de la memoria -añade Reyes Mate- es que nos hace ver que de la realidad forma parte también lo que no existe". Se trata, por eso, de "desactivar la complicidad entre el hombre normal y el criminal"; de poner en evidencia, una y otra vez, que la humanidad del hombre corre el riesgo de extinguirse allí donde el crimen se justifica y el olvido prospera. "Nada visualiza mejor el olvido de la significación de Auschwitz que el abandono en que se encuentran los campos de exterminio, ya sean Auschwitz-Birkenau, Belzec o Sobibor. Belzec, por ejemplo, es un bosque abierto, sin una sola referencia explícita a lo que fueron esas tres hectáreas de terreno en las que en nueve meses asesinaron a más de medio millón de personas y cuyos restos en forma de huesos molidos o grasas humanas confundidos con la tierra del subsuelo son los testigos mudos de un pasado que a pocos importa."
En este proceso de lucha por el sostenimiento del valor significativo de las víctimas es imprescindible "dejar hablar al sufrimiento". Y es la memoria la que, sin cesar, restituye protagonismo al sufrimiento. Por eso Reyes Mate insiste en la necesidad de tomar en cuenta el papel del testigo. El testigo remite "al silencio del que no puede hablar. No quiere dar sólo una información, sino que nos pide que hagamos justicia".
Riguroso y hondo, este nuevo libro de Reyes Mate da prosecución al esfuerzo, insoslayable en los días turbulentos que corren, de hacer oír lo que el autor supo llamar "la razón de los vencidos". Sus páginas nos convocan mediante una conciencia acerada y precisa de las amenazas que pesan sobre la civilización cuando el pasado queda a merced del menoscabo que le imponen la indiferencia y el triunfalismo.
Santiago Kovadloff
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