Auschwitz, hoy

Allí se cometió la masacre humana más grande de la historia. A mediados de junio de 1940, llegaron al lugar los primeros prisioneros polacos, pero el exterminio masivo comenzó en 1942 y alcanzó a casi 1,5 millones de almas. El año último, un millón de personas visitaron el museo para tratar de entender lo sucedido.

BirkenauPolonia.– La manera más fácil de llegar a Owiecim –el lugar donde se encuentra el antiguo campo de concentración de Auschwitz-Birkenau– es en auto o en ómnibus desde Cracovia. El viaje lleva casi dos horas. Nada en el camino es interesante. Nada puede distraer el eje que uno lleva en la mente: preparar la visita a Auschwitz es prepararse para el duelo. Decir que existe un interés turístico creciente sería poco feliz. Lo cierto es que a la vez que en muchos sitios crece la voluntad por revisar y contar qué fue el Holocausto o la Shoá, este lugar tiene cada vez más visitantes. Llama la atención la cantidad de grupos de diferentes países que circulan por las distintas barrancas. Estudiantes vestidos con colores fuertes, cargados de cámaras fotográficas y equipos de filmación. Todos van preparados, miran con asombro y dolor. Se necesita visitar Auschwitz para poder creer lo que siempre se intuyó: que para que tuviera lugar semejante exterminio mucha gente debió mirar para otro lado.

El nombre oficial es Museo Estatal de Auschwitz-Birkenau. Desde 1947, el lugar funciona como un memorial. En este territorio se instaló el mayor campo de concentración nazi; fue un sitio de exterminio de judíos, polacos, gitanos, homosexuales y ciudadanos de otros grupos o países que, según el nazismo, debían ser eliminados.

Arweitz macht frei (El trabajo hace libres) dice una inscripción que se conserva en la puerta de entrada. Recorremos Auschwitz-Birkenau con Jaroslaw Mensfelt, encargado de Archivos en el Departamento de Publicaciones, Información y Prensa. Tiene 45 años y dos hijos; es polaco, nacido muy cerca de Auschwitz, en donde trabaja desde hace 10 años. En total, aquí se desempeñan unas 250 personas.

Mensfelt, como muchos polacos, aunque invoque el pasado utiliza el tiempo presente. "Como se sabe, en ningún momento hay una reacción de parte de los poderes del mundo. No me refiero a Estados Unidos, porque está lejos, pero Francia e Inglaterra seguramente habrían podido hacer algo –explica–. Ya en agosto de 1939, aquí en Polonia, se habla de la guerra. Dos semanas antes de que los alemanes nos ataquen, el gobierno polaco, para protegerse, firma dos acuerdos militares, con Francia y con Inglaterra. Mientras tanto, los alemanes establecen un pacto secreto con los rusos. Por eso, cuando el 1º de septiembre de 1939 los nazis nos atacan, cada polaco está convencido de que la situación no durará mucho porque pronto vendrán los franceses y los ingleses, y junto a ellos, vamos a poder ganarles a los alemanes".

Esta reflexión está presente en cada polaco. En 1939, durante la ocupación alemana, los judíos polacos tuvieron que ponerse en el pecho una estrella de David y comenzar a vivir en guetos.

Cuando, en 1941, se acabó la amistad entre Alemania y la URSS, y Hitler enfrentó a Stalin, los alemanes tomaron esa decisión que llamaron Endes Undejuden Fragen, conocida como "La solución final de la cuestión judía". Se construyeron entonces, en la Polonia ocupada, seis campos de exterminio en los que se aniquiló a más de tres millones de personas. Auschwitz, el que tuvo más resonancia, se volvió rápidamente el símbolo de la muerte.

El campo ha quedado tal como estaba. Incluso los árboles. Todo es ahora una exposición prolija, limpia, demasiado pulcra cuando uno imagina que durante la guerra los presos pasaban la noche en los pabellones hasta las cuatro de la mañana y luego debían salir para el recuento y los trabajos forzados. Sufrían hambre, tifus, la brutalidad de los kapos y, a partir de 1942, las cámaras de gas. Se estima que en este campo fueron asesinados, por lo menos, 900.000 judíos.

Cenizas humanas
¿Qué significa Auschwitz para cada persona que lo nombra? Para los polacos, es el sitio donde murieron polacos. Para los judíos, es la Shoá. Para los gitanos, éste es el cementerio más grande de su historia… Cuando las tropas soviéticas llegaron a Auschwitz el 27 de enero de 1945 liberaron a siete mil sobrevivientes, los únicos que quedaban de todos los deportados, que superaban el millón, sobre todo en  Birkenau. "Así se acabó la historia del campo y empezó la otra historia, con los rusos, que vinieron como libertadores y se quedaron aquí. Así lo decidieron nuestros, no digo amigos, sino aliados estadounidenses, ingleses y rusos en Yalta. Las últimas tropas rusas salieron de Polonia hace sólo dieciocho años", aclara irónicamente Mensfelt.

En el recorrido hay otros testimonios, como las cenizas humanas que los rusos descubrieron en las ruinas de los crematorios. Son los restos de los que murieron en los últimos días de la guerra. Los alemanes siempre quemaban los cuerpos para no dejar huellas. Se sabe que la mayor parte de las cenizas era arrojada al río Vístula o al Sava; otra parte se utilizaba como abono, fertilizante.

Hay doscientas fotografías tomadas por los propios alemanes, fotos oficiales, que constituyen un libro llamado Desalojamiento de los judíos húngaros.

Mensfelt habla: "En el verano de 1944 tiene lugar aquí la matanza más grande en la historia de Auschwitz, cuando en menos de dos meses, hacia finales de la guerra ya prácticamente perdida, los nazis deportan a Auschwitz a 437.000 mil judíos húngaros. A la mayor parte los matan al llegar. En alemán, se refieren a ellos como Arbeitz unfeige, es decir, "los  inútiles para el trabajo". Son mujeres, muchas embarazadas, niños, ancianos y enfermos. Los que están en el campo apenas pasan unas semanas pierden peso, integridad física y psíquica, y se vuelven fantasmas de treinta kilos, que ya no recuerdan ni su propio nombre y a quienes entonces los alemanes matan como inútiles. El 80% es asesinado en las cámaras de gas. Unos momentos después de la llegada de un tren, todos tienen que bajar al vestuario, quitarse la ropa y, desnudos, entran en una cámara. El 20%, los que pueden trabajar, son separados, tatuados, y se vuelven "mano de obra", para morir unos tres meses más tarde. Registran a todos, incluso a los niños en muchos casos. La matanza en las cámaras de gas es, sobre todo para los judíos, parte de esa solución final de la cuestión judía".

Mientras recorremos con Jaroslaw Mensfelt los distintos edificios, las barracas, las cámaras de gas, en una inmensa pared vemos una foto grande en blanco y negro de algo que podría ser una fábrica: "La fábrica enorme que se ve es Ingefarben, llamada Bunawerken. Buna, en alemán, quiere decir "caucho sintético". Construyen aquí esa fábrica por causa de la disponibilidad de mano de obra esclava y porque está fuera del alcance de los aviones aliados. Pero a partir del ’44 los norteamericanos sobrevuelan la zona. Y no sólo pueden bombardear la fábrica, sino también las cámaras de gas y las vías férreas. Se les pide que lo hagan, pero nunca lo hacen, por razones puramente políticas. Para todo el mundo es más fácil dejar la solución del problema judío en manos nazis. Nadie quiere tener problemas con los judíos, ni en América, ni en Gran Bretaña ni en Palestina, donde los ingleses mantienen buenos contactos con los árabes. Así es que nunca bombardean las cámaras de gas, sino sólo la fábrica, que les conviene eliminar por razones prácticas".

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