18 días que estremecieron al mundo

La historia de agosto de 1980, el momento en que la sociedad polaca que vivía en un régimen impuesto, de repente llevó a cabo una revolución pacífica que transformó a Polonia, Europa del Este, las alianzas internacionales, en fin, al mundo. La solidaridad social resultó el arma más eficaz contra el cautiverio y una base para la creación de una sociedad democrática.

Los días de Solidaridad
Agosto de 1980 fue para muchos polacos más o menos conscientes, el año de la renovación por la lucha por la libertad y la dignidad del hombre, por la independencia y la soberanía de la República de Polonia perdida trágicamente por largo tiempo desde 1945. el sacrificio y el calor de las sociedad polaca, propiciaron la victoria de los aliados sobre el Tercer Reich, pero el acuerdo de Yalta, de febrero de 1945, decidió negativamente sobre nuestro destino nacional y estatal. No se valoró el significado de una Polonia libre para el equilibrio y la paz en Europa.

Completamente diferente fue en 1980. ¡Los ojos de todo el mundo se centraron repentinamente, en pocos días, en Gdansk, en el astillero, sobre las masas que exigían libertad! A los observadores les chocó el carácter pacífico de estos acontecimientos, así como la madurez y el valor –hasta entonces atomizado-, de la sociedad polaca que había encontrado su fuerza y su sentido de la dignidad pocos meses antes, en junio de 1979, durante la primera peregrinación de Juan Pablo II a Polonia.
La brecha hecha por “Solidaridad” puso en marcha un alud de acontecimientos, que resquebrajando el potente edificio del comunismo, abrieron el camino hacia los cambios más importantes en Europa y en el mundo, también a la reunificación de Alemania, la caída de la Unión Soviética, la ampliación de la OTAN, la integración pacífica del mundo actual. Podemos estar orgullosos del papel jugado por Polonia en los acontecimientos que han cambiado el mapa político de Europa. ¡Pero incluso más! Como en los tiempos de la victoria vienesa (sobre los otomanos, 1683) y el “Milagro sobre el Vístula” (Pilsudki repele el ataque de tropas soviéticas, 1920), en el año 1980 los polacos influyeron de manera significativa en los cambios de la historia de Europa. Polonia ha escrito con orgullo su propio capítulo en el proceso de limitación del totalitarismo en el mundo.

Es nuestra especial contribución a la familia de los estados democráticos del mundo. Es un buen augurio para el futuro, en tanto no olvidemos que nuestros actuales intentos de encontrar un lugar en Europa y en el mundo, son la continuación de aquella lucha por los valores básicos, los derechos del hombre y de la sociedad.

Wladyslaw Bartoszewski
Ministro de Asuntos Exteriores de la República de Polonia


Introducción
En diciembre de 1970, en algunas ciudades portuarias de las costa polaca los obreros de los astilleros se declararon en una huelga que estalló por razones económicas. En vista de que las autoridades no querían hablar con ellos, los huelguistas, desesperados, salieron a la calle. Los dirigentes del partido permitieron el uso de las armas. Se produjo una masacre, hubo muertos y heridos. El ejército y la policía nacional dispararon no sólo contra la muchedumbre que asediaba e incendiaba lo comités del partido, sino también contra los transeúntes accidentales, e incluso contra los obreros que se dirigían al trabajo. La puerta de entrada al Astillero Lenin en Gdansk, donde murieron los obreros, se convirtió en un lugar simbólico de conmemoración de las víctimas del sistema.

Cuatro años antes, en junio de 1976, el equipo gobernante de turno, con Edward Gierek como jefe del partido, otra vez intentó aplicar una subida de precios sin advertencia previa y ahogó de forma brutal las huelgas obreras en Radom y Ursus.
Como reacción, se creó el primer grupo abierto de oposición democrática, el Comité de Defensa Obrera (KOR), así como otras organizaciones de oposición. En Gdansk se fundó el Sindicato Libre clandestino.

Visita de Juan Pablo II a Polonia en 1979En junio de 1979, gracias a la visita del Papa Juan Pablo II a su patria, la sociedad polaca se sintió como una comunidad. Aquel encuentro contrastó fuertemente con la vida cotidiana del país, sumido en un caos económico, en el que el problema básico eran las dificultades con los abastecimientos. La tentativa de introducir “a canallandas” subidas de precios de carne y embutidos el 1 de julio de 1980 provocó una brusca oleada de huelgas en numerosas ciudades polacas, sobre todo en la región de Lublin. La decisión de declarar la huelga en Gdansk partió Bogdan Borusewicz, miembro del Comité de Autodefensa Social de “KOR” (Comité de Defensa Obrera) y del Sindicato Libre. De la tarea se encargaron tres jóvenes obreros del Astillero de Gdansk y Lech Walesa, que hacía algunos años había sido despedido del astillero por activista de la oposición. Esas cinco personas dieron la señal a más de diez mil obreros del astillero.

Huelga a favor de todos
14-16 de agosto

Obreros del Astillero de Gdansk en huelga de 1979La huelga del Astillero de Gdansk comienza por solidaridad hacia la obrera Anna Walentynowicz, expulsada aquí del trabajo, y largamente represaliada por su actividad en la oposición. Desde el amanecer se reparten panfletos en su defensa en el mismo astillero. Uno de los trabajadores que iniciaron la huelga dice: “A todo el que entraba en el astillero le daba un planfleto diciendo: “Ten y lee. Hoy hará huelga todo el astillero”. Nos reunimos alrededor de 30 personas. Por todas partes salía gente a ver qué pasaba. Les gritamos: “Apagad las máquinas y venid con nosotros”. En el astillero aparece Lech Walesa y proclama una huelga de ocupación. Enseguida se suman nuevas reivindicaciones, entre ellas, la de crear en el astillero un sindicato profesional libre. Al día siguiente la huelga se amplía a otros astilleros, puertos y transportes urbanos de la Triciudad (Gdansk-Gdynia-Sopot). Las autoridades cortaron las comunicaciones de la costa con el resto del territorio nacional, para aislar el foco de contagio del resto del país.

Buscando un compromiso, el 16 de agosto, la dirección del Astillero de Gdansk aceptó un acuerdo. Lech Walesa anunció el fin de la huelga, lo que originó una protesta violenta de parte de los delegados de otros talleres más pequeños a los que el poder no tendría en cuenta. Le sigue una decisión inmediata: una huelga de solidaridad, en nombre de todos los que protestan.

Durante la noche quedaron en el astillero unas mil personas. Corren rumores sobre una planeada pacificación de la huelga. Reina un ambiente de peligro. Aparecen los delegados de otras fábricas, se crea el Comité de Huelga interfábricas. Esta misma noche se estableció una lista de 21 reivindicaciones frente al poder, comunes para todas las fábricas en huelga.
La reivindicación más importante era la creación de un sindicato profesional independiente del Partido (comunista), la garantía del derecho a la huelga, el respeto a la libertad de expresión, la vuelta al trabajo de la gente injustamente despedida, la liberación de los presos políticos, el cese de la represión por motivos de convicción, o la aplicación de acciones reales para sacar al país de la crisis.

Bogdan Borusewicz:“El primer punto –el sindicato libre-, era lo máximo que podíamos conseguir. Cuando por la noche alguien añadió como reivindicación unas elecciones parlamentarias libres, yo, al despertarme por la mañana tuve que borrarlo tras una corta discusión. Cambié también la “anulación de la censura” por “limitación de la censura”. Era importante que los soviéticos no tuvieran pretexto para una intervención como Checoslovaquia en 1968”.

Una revolución pacífica
“Nos encontramos en una curva muy cerrada. Este movimiento reclama derechos fundamentales para la sociedad y, al mismo tiempo, la única salvación posible para este país que se está hundiendo. (...) Intenta salvar al país, pero lo está salvando en contra de las autoridades. Y no se puede derrocar este poder, al celar por él los tanques soviéticos. Así que debemos guardar ese difícil equilibrio, organizarnos contra el poder, pero no derrocarlo. Tenemos que obligar al poder, paso a paso, a reformas que nos lleven a una democratización del sistema sin derrocar su fachada totalitaria y prosoviética.”

Jacek Kuron, líder del Comité de Defensa Obrera

En el Astillero surgió un movimiento que cumplió con creces las más osadas esperanzas que abrigaba la oposición.

Krzysztof Bobinski, periodista

Isla de libertad
17-22 de agosto
Tras las misas de campaña que se celebraron en el Astillero de Gdansk y el de Gdynia, con la participación de miles de personas a ambos lados del muro de la fábrica, aumentó la sensación de fuerza y de comunidad.
El Comité de Huelga Interfábricas (MKS) presentó a las autoridades una lista de reivindicaciones y declaró su disposición para iniciar las conversaciones. Pero las autoridades ignoraron su existencia, iniciando unos intentos frustrados de conducir con la división entre los huelguistas. Entre tanto cada día se unían más fábricas al Comité, que el 18 de agosto abarcaba a los delegados de las 156 fábricas, y el 21 de agosto ya a 350. Cada nuevo día, en el astillero se producían con más frecuencia decisiones importantes para la vida de la región, convirtiéndose en un “Estado dentro del Estado”. Las autoridades procuran bloquear toda información sobre las huelgas. El 20 de agosto comienzan las detenciones entre los miembros de la oposición que son los “emisarios” de la huelga en otras regiones de Polonia.
La tarde del 22 de agosto llegaron al Astillero de Gdansk Tadeusz Mazowiecki y Bronislaw Geremek, signatarios del “Llamamiento de los 64 intelectuales”, de apoyo a los obreros y en el que se instaba a las autoridades para que iniciaran un diálogo.

Lech Walesa: “Pregunté concretamente qué pueden proponernos, porque nosotros, de verdad que necesitamos ayuda. Y Geremek dijo: ‘Somos intelectuales. No servimos para esto, pero podemos actuar como consejeros o expertos’. ¡Y eso fue una idea!”.
La participación de intelectuales en la huelga le concede un carácter nacional, y  la tarea de éstos consiste en la búsqueda de métodos de negociación con el poder, que al final se decide a acometer el diálogo.

Los líderes de la huelga
Uno podía tener grandes proyectos, guiones hechos, pero el hombre no es más que un hombre, y cuando está de pie sobre una excavadora a espaldas del director del astillero, al que acaba de entrar como un ladrón, es como dar un salto de cabeza hacia delante con una gran incógnita, con la sensación de que se anulan y se rompen todos los hábitos y convencionalismos, a los que uno está acostumbrado.

Había que efectuar una elección independientemente de los preparativos anteriores, lo que ocurría en décimas de segundos. No podíamos repetir nada, no podíamos volver a empezar.

Lech Walesa

Encontramos una carretilla eléctrica a la que subí, me presenté, dije quién era y que había hecho hasta el momento. Empecé a contar a la gente cómo debíamos organizar la huelga.
A ganar cierta autoridad me ayudó la discusión con el secretario del partido que se produjo cuando éste empezó a instigar a la gente para que volviera al trabajo, y yo le aparté públicamente y le puse en ridículo. La gente se dio cuenta que no tengo ningún respeto hacia las autoridades. Los huelguistas aceptaron mi forma de actuar, rápida y decidida.

Andrzej Kolodziej, líder de la huelga en Gdynia

Segunda parte


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